Educación Secundaria Obligatoria

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viernes, 14 de noviembre de 2025

Comentario breve de texto literario

Rima LXVI


¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero

de los senderos busca;

las huellas de unos pies ensangrentados

sobre la roca dura;

los despojos de un alma hecha jirones

en las zarzas agudas,

te dirán el camino

que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste

de los páramos cruza,

valle de eternas nieves y de eternas

melancólicas brumas;

en donde esté una piedra solitaria

sin inscripción alguna,

donde habite el olvido,

allí estará mi tumba.


Esta composición poética pertenece al género lírico. Es la Rima LXVI de Gustavo Adolfo Bécquer, un destacado autor del Posromanticismo español de la segunda mitad del siglo XIX

El poema reflexiona sobre el origen y el destino del yo poético. La primera estrofa describe un pasado marcado por el sufrimiento, simbolizado en senderos ásperos, pies ensangrentados y un alma hecha jirones. La segunda estrofa anticipa un futuro desolado: un paisaje sombrío de nieves y brumas, que conduce a una tumba solitaria donde habita el olvido. Esta visión pesimista refuerza la angustia existencial y la sensación de desarraigo propias del Posromanticismo.

Esta composición aborda el tema[1] de la reflexión existencial sobre el origen y el destino del yo poético.

En cuanto a la estructura externa, el poema está compuesto por dos estrofas, cada una integrada por ocho versos polimétricos, alternando entre versos de 11 y 7 sílabas métricas. La rima es asonante en los versos pares, mientras que los impares quedan libres, lo que le da una musicalidad particular. La estructura es la siguiente: 11-, 7a, 11-, 7a, 11-, 7a, 7-, 7a. Este esquema se repite en la segunda estrofa, manteniendo la misma rima asonante (u-a). Estas dos estrofas son silvas arromanzadas, una estructura métrica especialmente apreciada por el poeta. El ritmo es yámbico, ya que el acento estrófico cae en sílaba par. 

La estructura interna del poema se organiza en dos partes claramente diferenciadas, cada una correspondiente a una estrofa. En la primera estrofa, el yo poético se pregunta sobre su origen, describiendo un camino lleno de sufrimiento y dificultades. Utiliza imágenes vívidas como senderos ásperos, pies ensangrentados y un alma hecha jirones para transmitir la dureza de su pasado. Esta parte del poema refleja una búsqueda introspectiva y dolorosa de sus raíces. En la segunda estrofa, el yo poético se cuestiona sobre su destino final. Aquí, el tono se vuelve aún más sombrío y melancólico, con descripciones de un paisaje desolado y triste, lleno de nieves eternas y brumas melancólicas. El destino final es un lugar solitario y olvidado, simbolizado por una piedra sin inscripción, donde habita el olvido. Esta parte del poema expresa una visión pesimista y desoladora del futuro.

El poema refleja la melancolía y el pesimismo propios del Posromanticismo, mediante imágenes que transmiten una visión sombría de la existencia: «El más horrible y áspero / de los senderos busca» (vv. 1-2) y «valle de eternas nieves y de eternas / melancólicas brumas» (vv. 11-12) evocan un pasado doloroso y un futuro desolado. A ello se suma la reflexión existencial, expresada en las preguntas iniciales «¿De dónde vengo?» (v. 1) y «¿Adónde voy?» (v. 9), que revelan la búsqueda de sentido y la preocupación por el origen y el destino del yo poético.

El uso de simbología intensifica la carga emotiva: «las huellas de unos pies ensangrentados / sobre la roca dura» (vv. 3-4) simbolizan el sufrimiento, mientras que «donde habite el olvido, / allí estará mi tumba» (vv. 15-16) representa la muerte y la desaparición. La naturaleza como reflejo del estado emocional es otro rasgo destacado, pues el paisaje desolado («valle de eternas nieves y de eternas / melancólicas brumas», vv. 11-12) proyecta la tristeza y la soledad del yo lírico.

El poema adopta un tono íntimo y confesional, que lleva al lector a compartir la angustia del protagonista: «¿De dónde vengo?» (v. 1) y «¿Adónde voy?» (v. 9) refuerzan la sensación de diálogo interior. Desde el punto de vista formal, el uso de la métrica y la rima —combinación de versos endecasílabos y heptasílabos con rima asonante en los pares— aporta musicalidad y armonía, como se aprecia en «las huellas de unos pies ensangrentados / sobre la roca dura» (vv. 3-4).

La exploración de la muerte es central en la segunda estrofa, donde el yo poético imagina su tumba en un lugar solitario y olvidado: «donde habite el olvido, / allí estará mi tumba» (vv. 15-16), lo que refleja la fascinación romántica por el fin de la vida. Finalmente, el lenguaje simbólico y metafórico intensifica la expresión del dolor: «los despojos de un alma hecha jirones / en las zarzas agudas» (vv. 5-6) convierte el sufrimiento en una imagen desgarradora, característica del estilo de Bécquer.

Entre la diversidad de recursos expresivos que refuerzan carácter estético del poema, destacan: la metáfora, que se utiliza para comparar de manera implícita dos elementos diferentes, como en «los despojos de un alma hecha jirones» (v. 5), donde se compara el estado emocional del yo poético con un alma desgarrada. El símbolo, con elementos como «senderos / ásperos» (vv.1-2) y «piedra solitaria» (v. 13) que funcionan como símbolos del sufrimiento y la soledad, respectivamente. La hipérbole, exageración se emplea para enfatizar el dolor y la dificultad del camino, como en «el más horrible y áspero de los senderos» (vv. 1-2). El paralelismo, repetición de la estructura «¿De dónde vengo?» (v. 1) y «¿Adónde voy?» (v. 10) al inicio de cada estrofa crea un ritmo y refuerza el tono reflexivo del poema. El encabalgamiento, continuación de una idea o frase en el siguiente verso sin pausa, como entre los versos 1 y 2, y 9 y 10, contribuye a la fluidez del poema. La antítesis, contraste entre el origen y el destino, el pasado y el futuro, se utiliza para destacar la dualidad y el conflicto interno del yo poético. Las imágenes sensoriales, descripciones vívidas que apelan a los sentidos, como «pies ensangrentados» (v. 3) y «zarzas agudas» (v. 6), permiten al lector visualizar y sentir el sufrimiento descrito.

En conclusión, este poema expresa con gran intensidad la angustia existencial y la sensación de desarraigo que caracterizan el espíritu posromántico. La imagen del origen marcado por el sufrimiento y del destino asociado al olvido transmite una visión profundamente pesimista de la vida, que invita a reflexionar sobre la fragilidad humana y la soledad ante la muerte. Me parece un texto conmovedor por su sinceridad y por la fuerza simbólica con que Bécquer convierte el dolor en belleza.



[1] Se trata de un tema existencial en el que muestra un pesimismo vital. El problema de Bécquer no solo es su insatisfacción amorosa, sino que considera su existencia infeliz desde el momento en el que nació. Y lo peor es que considera que no podrá superar esa desgracia.

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