Educación Secundaria Obligatoria

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sábado, 18 de febrero de 2012

El siglo XV: La transición al Renacimiento


EL SIGLO XV: LA TRANSICIÓN AL RENACIMIENTO

España pasa de la Edad Media al Renacimiento mediante un periodo de transición que aproximadamente coincide con el siglo XV. Es una época de crisis: decadencia de la monarquía, guerras civiles, plagas, epidemias  (la peste, que afectó a toda Europa y produjo una importantísima merma de la población),  y como resultado de todo ello,  crisis económica y social. Empeora también la situación de los árabes y, sobre todo,  los judíos, que aunque se convierten en masa al catolicismo, son culpados por los cristianos viejos de loa problemas del país. Sin embargo, los judíos son fundamentales para la economía, por sus actividades comerciales. Pensemos que, en esta época, se está desarrollando ya una nueva clase social, la burguesía, que basa su poder y su auge en sus actividades económicas y el poder del dinero (aunque no es apreciada), frente a los tres estamentos del medioevo, que, no obstante, se mantienen.
En lo religioso, se produce en esta época el Cisma de Occidente. No obstante, en España no mengua el fervor religioso, en íntima relación con la obsesión por la muerte, que influirá notablemente en el panorama literario del siglo, con obras tan distintas como las Danzas de la Muerte o las Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique.
También se asiste a un apogeo del sentimiento del amor, como mezcla de espiritualidad y sensualidad, que culminará con La Celestina, de Fernando de Rojas.
La crisis de la que hemos hablado también se manifestó en nuestra literatura, con obras de crítica política y social desconocidas hasta entonces. Así, podemos citar:
  • Poemas satíricos, anónimos: Coplas del ProvincialCoplas de ¡Ay, panadera! Y Coplas de Mingo Revulgo,  que con carácter alegórico arremeten contra los reyes y nobles.
  • Sátira social, en un género muy difundido por toda Europa: las danzas de la muerte, textos alegóricos en los que la muerte, representada como un esqueleto o un cadáver semicorrupto, va llamando a danzar con ella a representantes de todas las clases sociales, igualándolos a todos en el morir y recriminando a muchos de ellos su mala vida.


POESÍA CORTESANA EN EL SIGLO XV

La literatura del siglo XV es de carácter cortesano,  fundamentalmente palaciega, por lo que resulta artificiosa y refinada, y está influida por nuevas corrientes italianas y grecolatinas, que le dan al lenguaje un tono culto, con la introducción de numerosos latinismos. Las influencias fundamentales son:
  1. La lírica provenzal, que ya conocemos.
  2. La alegórico-dantesca, que imita el estilo alegórico del italiano Dante en su obra la Divina Comedia. Esta obra es un extenso poema alegórico escrito en tercetoe, que narra el viaje imaginario del propio autor a los reinos de ultratumba, acompañado en su recorrido al Infierno y el Purgatorio por el poeta italano Virgilio y en el Paraíso por su amada Beatriz, ya fallecida.
  3. Influjo del italiano Petrarca, cuya obra giró en torno a sus dramáticos amores con Laura, que muere pero pervive para el autor como fuente de belleza. (Otro italiano, Boccaccio, autor del Decamerón, conjunto de cuentos de carácter crítico, influyó también en la literatura española de la época, pero en este caso en las novelas sentimentales.)
Pervive aún, por otro lado, el arte popular, con el auge del Romancero.
En la primera mitad del siglo XV,  los más destacados poetas cortesanos fueron Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, y Juan de Mena. En la segunda mitad, Jorge Manrique.

ÍÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA, MARQUÉS DE SANTILLANA.(1398-1458)
Intervino en política en tiempo de Juan II, contra el privado del rey, don Álvaro de Luna. En su poesía alterna el influjo provenzal (Canciones,DeziresSerranillas), con el alegórico-dantesco (Comedieta de PonzaInfierno de los Enamorados) o el de Petrarca (Sonetos fechos al itálico modo, que constituyen un intento fallido de adaptar el soneto al castellano, lo cual no se logrará con éxito hasta el siglo XVI, con Garcilaso de la Vega).
De los primeros, destacaremos las Serranillas,  en las que el poeta cuenta el encuentro de un caballero con una pastora idealizada, refinada, en un bello paraje primaveral, el requerimiento amoroso de aquél y la negativa de ésta.
En cuanto a los segundos, se trata de textos alegóricos a imitación de Dante, con referencias mitológicas, cultismos, para dar impresión de poemas cultos.
Santillana es un poeta de gran destreza técnica y musical, que utiliza con arte la métrica.

JUAN DE MENA (1411-1456)
Su mejor obra es el Laberinto de Fortuna, dedicada a Juan II. Es el poema épico culto más importante de toda nuestra Edad Media. Consta de 297 coplas de arte mayor. Su idea central es la influencia de la Fortuna o Providencia sobre la vida del hombre, y se inspira en la alegoría de Dante: en el palacio de la Fortuna, que es la Providencia de Dios, el poeta contempla las tres ruedas del tiempo, quietas la del pasado y el futuro, en movimiento la del presente. Cada rueda consta de siete círculos, asociados a los siete planetas y a la conducta que responde a cada uno: desde la Luna (castidad y caza) a Júpiter (que rige la realeza). Gran parte de la obra la ocupa la visión de los personajes (pasados o presentes, dignos de imitación o repulsa) presentados en estos cercos que Mena va examinando.

JORGE MANRIQUE (1440-1479)
Fue el gran poeta de la época de Enrique IV. Hijo de una familia de poetas, participó y murió en la guerra civil contra Enrique IV y en defensa de la que fuera Isabel la Católica, defendiendo el derecho de ésta a ocupar el trono.
Su obra fundamental son las Coplas por la muerte de su padre, poema moral y elegíaco que subraya la fugacidad de lo terreno y evoca melancólicamente el pasado, haciendo uso de dos importates tópicos literarios: el Ubi sunt? (¿dónde están?), tópico de raíz medieval usado para preguntar retóricamente por diversos personajes, y el Carpe diem (disfruta el momento) a través del cual se anima al lector a disfrutar de la vida y la juventud cuando se poseen, y no esperar a que sea tarde, ya que éstas son fugaces.
En las Coplas,  Manrique lamenta la inestabilidad y fugacidad de las glorias humanas, de la fortuna, y el poder igualatorio de la muerte, que no respeta condiciones. Así, las veinticuatro primeras estrofas desarrollan ideas generales sobre la brevedad de la vida y la vanidad de las cosas mundanas, y en las dieciséis últimas se desarrolla el elogio fúnebre de su padre, don Rodrigo Manrique, lleno de esperanza en la vida futura. De este modo, se sigue una línea que va de lo general a lo particular.
Su lenguaje es de una gran simplicidad, en contraste con el latinizante propio de Santillana o Mena.
El poema consta de 40 estrofas, llamadas coplas de pie quebrado, formadas por doce versos repartidos en dos sextillas con rima independiente; en cada sextilla, los versos 1, 2, 4, y 5 son octosílabos, y los versos 3 y 6 (que reciben el nombre de pies quebrados), son tetrasílabos.  

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